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La paradoja Vox: el partido que crece entre los colectivos a los que perjudican sus votaciones

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Un análisis de sus votos en el Congreso y el Parlamento Europeo muestra su oposición sistemática a leyes que benefician a la clase trabajadora, pequeños agricultores, inquilinos y mujeres, sus nuevos nichos de apoyo.

Vox se consolida en las encuestas con una curiosa y aparentemente contradictoria base social: atrae a un número creciente de votantes de clase obrera, mujeres, pequeños agricultores y jóvenes, precisamente los colectivos que más se verían perjudicados por la aplicación de su programa y su historial de votaciones en las cámaras. El partido liderado por Santiago Abascal ha empaquetado su discurso como una revolución contra el sistema, una narrativa de cambio que, según analistas, cala en un electorado desencantado con el bipartidismo y la crispación política.

Sin embargo, un repaso exhaustivo a su actividad parlamentaria tanto en el Congreso de los Diputados como en el Parlamento Europeo dibuja un perfil muy diferente: el de una fuerza política que vota de forma sistemática en contra de iniciativas diseñadas para proteger económicamente a las clases medias y bajas, al pequeño empresario y al mundo rural, en lo que sus críticos interpretan como una hoja de ruta alineada con los intereses de las grandes élites económicas.

Votos contra el bienestar de sus bases

La contradicción se hace evidente en numerosas votaciones clave. Vox fue el único partido en el hemiciclo que no votó a favor de la ampliación de los permisos de paternidad y maternidad, una medida crucial para la conciliación familiar, especialmente para las mujeres. Asimismo, ha mantenido un voto en contra constante de la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), lo que significa que, de haber dependido de ellos, sus votantes cobrarían hoy 700 euros y no los 1.184 euros actuales.

En materia de vivienda, su oposición junto al PP a la Ley que limita el precio de los alquileres en zonas tensionadas impide un freno legal a la subida de rentas que afecta directamente a muchos de sus potenciales votantes. Del mismo modo, han votado en contra de todas las ayudas al transporte público, las subidas de pensiones y las partidas para afectados por catástrofes como la DANA.

Agricultura y energía: la oposición a las ayudas

El sector agrario, donde Vox busca ampliar su influencia, es otro ejemplo de esta paradoja. El partido se ha opuesto a las ayudas de la Política Agraria Común (PAC), a la ley contra el desperdicio alimentario y al control de los beneficios de las grandes distribuidoras que, se alega, explotan a los pequeños productores. A nivel europeo, su grupo ha votado incluso contra medidas para limitar la explotación laboral y el trabajo infantil.

En energía, su postura ha sido igualmente contraria a los intereses de la mayoría. Votaron en contra del decreto del ‘apagón’ que fortalecía el sistema eléctrico y del decreto antiaranceles que buscaba paliar los efectos de los impuestos de Trump sobre empresas españolas.

Una narrativa de «revolución» contra el sistema

Frente a este historial, la maquinaria propagandística de Vox, y de la ultraderecha a nivel global, se esfuerza por construir una imagen de fuerza antisistema y revolucionaria. Expertos en comunicación política señalan que este relato, similar al usado por Donald Trump o otros partidos europeos, logra conectar con el enfado de una parte de la ciudadanía, que vota desde la emocionalidad y la protesta, a menudo por encima de un análisis frío de cómo les afectarán las políticas concretas.

Esta estrategia se vio en su gestión durante la pandemia, donde votaron en contra de los ERTES que salvaron a miles de empresas y empleos, o este verano, donde las comunidades gestionadas por Vox con competencias en incendios forestales recortaron los presupuestos de prevención, para luego culpar al Gobierno central de la mala gestión durante la emergencia.

La brecha entre la retórica de Vox y su acción parlamentaria plantea una pregunta crucial: ¿Hasta qué punto sus nuevos votantes son conscientes de que apoyan a un partido que ha votado en contra de sus intereses económicos más directos? La respuesta puede ser clave en las próximas citas electorales.

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